A principios de 2023, la Unión Europea votó sobre estrictas regulaciones de emisiones que impulsaron la prohibición de la venta de vehículos nuevos con motores a combustión interna (ICE). En ese momento, el desarrollo de vehículos eléctricos estaba a toda marcha y las tendencias apuntaban a una creciente demanda, algo que ahora no sucede ni por las curvas. Por ello, empresas como BMW ahora forman parte de una creciente coalición que pide el fin de la prohibición.

El CEO de BMW, Oliver Zipse, expresó en la actual edición del Salón del Automóvil de París su profunda preocupación por la viabilidad de los fabricantes si la prohibición sigue vigente.
También habló del pesimismo en toda Europa por los vehículos eléctricos, ya que las ventas se desplomaron entre la mayoría de las marcas después de la ola inicial de principios de 2020.
«Una corrección del objetivo de 100 por ciento de vehículos eléctricos para 2035 como parte de un paquete integral de reducción de CO2 también permitiría a los OEM europeos depender menos de China para las baterías», dijo Zipse, según la agencia Reuters.

Zipse no es el único que se preocupa por un futuro totalmente eléctrico en 2035. Antes de la firma de la propuesta de la Unión Europea en 2023, el gobierno alemán encabezó una alianza de siete naciones que se oponían a la prohibición. Al final, los germanos y la UE llegaron a un acuerdo con una excepción para los vehículos con motor de combustión interna que utilicen combustibles sintéticos o neutros en carbono.
Eso no impidió que la oposición aumentara aún más. En enero de 2024, el director financiero de Porsche, Lutz Meschke, dijo que esperaba que la prohibición se retrasara o terminara por completo. BMW y Volkswagen han impulsado el desarrollo de nuevos motores de combustión, al igual que muchos otros fabricantes de automóviles. En cambio, Volvo sigue firme con la prohibición por su obvia propiedad china que impulsa los eléctricos a toda marcha.
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