No se sabe si es una estrategia o una simple opinión directiva, pero Ford sigue llenando de elogios a los vehículos eléctricos producidos en China. El más reciente gesto proviene de nuevo del director ejecutivo, Jim Farley, quien admitió que ha estado manejando un Xiaomi SU7 de fabricación china durante meses y no lo quiere entregar.
«He hecho un par de viajes a China en los últimos dos años que fueron literalmente epifanías», dijo Farley en una entrevista publicada en YouTube en el Everything Electric Show. «El último fue para observar los productos de Xiaomi. En Occidente, nuestras compañías de telefonía móvil no tienen divisiones de automóviles, pero en China, tanto Huawei como Xiaomi están dentro de cada vehículo que se fabrica».

Xiaomi, uno de los mayores productores de teléfonos inteligentes y patinetas eléctricas, presentó su primer automóvil de pasajeros, el SU7, a finales de 2023. Tuvo una gran demanda y vendió toda su producción de 2024 en apenas 24 horas. Actualmente, el vehiculo tiene una lista de espera de seis meses.
«Xiaomi es un gigante de la industria y una marca de consumo mucho más fuerte que la mayoría de las compañías de automóviles», agregó Farley. «No me gusta hablar de la competencia, pero conduzco un Xiaomi SU7 que trajimos de Shanghai a Chicago. Lo he tenido durante seis meses, y no quiero entregarlo», confesó el directivo.

Los elogios de Farley llegan en un momento en el que los fabricantes occidentales están muy rezagados en el desarrollo técnico de los vehículos eléctricos, así como en precio, tecnología de baterías, integración de software, carga y autonomía.

Los estadounidenses no pueden experimentar ninguno de estos avances, por supuesto, debido a los enormes aranceles aplicados a las importaciones de automóviles chinos. El temor es que sin estos aranceles, los fabricantes orientales destrozarían a los occidentales en un abrir y cerrar de ojos, con productos superiores ofrecidos a precios más bajos, hundiendo a toda la industria.
En septiembre, Farley llamó a los fabricantes chinos una «amenaza existencial», una señal de que las empresas de automóviles en EEUU y Europa deben ponerse al día rápidamente.
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