Extraño pero cierto. El CEO de Renault, Luca De Meo, renunció a su cargo este fin de semana para buscar ‘nuevos retos’. El ejecutivo italiano dejará la industria automotriz para encargarse ahora de un renglón totalmente diferente, según informaron medios franceses.
Tras cinco años al frente del grupo, su salida se hará efectiva en un mes, el próximo 15 de julio. Hasta la fecha, según ha acordado el consejo de administración, Luca De Meo seguirá desempeñando sus funciones.

El consejo de administración, convocado por su presidente, Jean-Dominique Senard, ha querido expresar su agradecimiento a De Meo por la transformación del Grupo Renault. A su vez, el órgano ha iniciado el proceso de nombramiento de un nuevo director general, basándose en el plan de sucesión ya definido.
De Meo es considerado por muchos, tanto dentro como fuera de la empresa, como uno de los ejecutivos más brillantes del momento. Lo demostró en una situación muy difícil, cuando Renault estaba sumida en el caos que surgió tras la salida de Carlos Ghosn y el fin de la alianza que forjó con Nissan y Mitsubishi, e igualmente por el renacimiento de modelos icónicos como el R5 y el R4 en versiones eléctricas. En resumen, él y su equipo transformaron las pérdidas en ganancias.
Si De Meo hubiera causado en ese entonces un desastre aún mayor, irse habría sido la forma honorable de evitar ser despedido. Pero es justo lo contrario. Renault está ahora en una buena posición. El ejecutivo fue presidente de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) hasta que Ola Källenius lo sustituyó el 1 de enero de 2025. De Meo estaba en su mejor momento. El advirtió que los miembros de ACEA tendrían dificultades para cumplir con las regulaciones de emisiones. Aseguró que los vehículos eléctricos de batería (VEB) no se venderían tanto como los políticos querían. El ejecutivo luchó por recuperar la pasión que una vez tuvo la industria automotriz, renaciendo marcas como Alpine, vendiendo su división de motores de combustión interna a Geely, mientras Ampere se encarga de los vehículos eléctricos de batería que Renault considera su futuro, pues el fabricante francés hará algunos vehículos Geely en sus plantas, además de utilizar sus sistemas y motores híbridos. Todo dependerá del visto bueno del gobierno francés.

Senard, le deseó a De Meo un futuro brillante y le agradeció su esfuerzo. De Meo hizo lo mismo y dijo que se marchaba porque sabía que «el trabajo estaba hecho». Afirmación algo extraña, pues en diciembre de 2024 había renovado su contrato con Renault por cuatro años más.
De otro lado, el conglomerado de lujo Kering vive una situación compleja: además de la caída de sus acciones en 70% de su valor , la empresa ha enfrentado críticas por costosas adquisiciones, polémicos nombramientos creativos y una estrategia de cambio de rumbo que aún no se ha concretado. La llegada de De Meo busca revertir esta situación y devolver liderazgo y rentabilidad al grupo.
Este movimiento estratégico marca un punto de inflexión en dos industrias clave: la automotriz y la del lujo. De Meo deberá aplicar su experiencia en transformación y gestión para enfrentar los desafíos de Kering.
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