Estados Unidos y Japón han finalizado un acuerdo comercial en lo que el presidente Trump califica de victoria «masiva», según informó la agencia de noticias Reuters. Como parte del acuerdo, Japón invertirá 550.000 millones de dólares en Estados Unidos durante los próximos años, y EE.UU recibirá el 90% de las ganancias, según el presidente Trump.
El acuerdo conjunto también reduce los aranceles a Japón del 25% propuesto a tan solo el 15%, según confirmó el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba. La reducción de aranceles afectará directamente la importación de productos agrícolas como el arroz, pero sobre todo, los automóviles y camiones.
En respuesta al nuevo acuerdo, los principales fabricantes de automóviles japoneses registraron enormes ganancias en la bolsa en un solo día. Honda y Nissan subieron 8%, Toyota 11%, Mitsubishi 13% y las acciones de Mazda registraron el mayor incremento, llegando a alcanzar un 17% adicional.
A primera vista, el acuerdo parece beneficioso para ambas partes, con Estados Unidos obteniendo una ligera ventaja.
El año pasado, las exportaciones de automóviles a Estados Unidos desde Japón representaron el 28,3 % de todos los envíos. Esa cifra se redujo a 24,7 % en mayo y aumentó ligeramente al 26,7 % en junio pasado.
En total, Japón exportó bienes por valor de 70 340 millones de dólares a Estados Unidos entre enero y junio, lo que representó una ligera disminución de 0,8 % en comparación con el año anterior.
Pero no todos están contentos con el acuerdo propuesto. Matt Blunt, director del Consejo Americano de Política Automotriz (AAPC), que representa a Ford, General Motors y Stellantis, emitió un comunicado en el que afirma que «cualquier acuerdo que imponga un arancel más bajo a las importaciones japonesas con prácticamente cero contenido estadounidense que el impuesto a los vehículos fabricados en Norteamérica con alto contenido estadounidense es perjudicial para la industria y los trabajadores del sector automotor.»
Ford, General Motors y Stellantis tienen plantas de fabricación en Canadá y/o México. El presidente Trump ya ha propuesto aranceles del 35% y el 30% para las importaciones procedentes de esos países a partir del 1 de agosto. Esto significa que, en teoría, los fabricantes que importan piezas para su producción en EE.UU. tendrían que afrontar mayores costos.
El AAPC emitió un comunicado similar a principios de este año, tras la negociación de Trump de un arancel del 10% a las importaciones procedentes del Reino Unido: «Esto perjudica a los fabricantes de automóviles, proveedores y trabajadores del sector automotor estadounidenses».
Algunas marcas ya están sintiendo la presión de los aranceles. GM anunció dias atrás una pérdida de 1.100 millones de dólares, y la compañía prevé que la cifra empeore de cara al tercer trimestre. Stellantis, por su parte, anunció una pérdida de 352 millones de dólares debido a los aranceles, lo que obligó a recortar la fabricación y los envíos.
Con la fecha límite del 1 de agosto para las negociaciones arancelarias, el presidente Trump afirma que las negociaciones con otros mercados siguen en curso.
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